El escorbuto es una enfermedad producto de un trastorno nutricional, a consecuencia de una carencia de vitamina C (ácido ascórbico). Se dio a conocer principalmente en los marineros, alrededor del siglo XV y su apogeo duró hasta el siglo XVIII, ya que la dieta de los marineros se componía, normalmente, de granos y carnes saladas (alimentos duraderos) debido a que ellos permanecían grandes temporadas en alta mar. Y excluían las frutas y vegetales frescos, los cuales son los alimentos más ricos en ácido ascórbico.
Su nombre deriva de una palabra del antiguo escandinavo “scorbruck” (hinchazones ulceradas), pero llega al español por la palabra francesa “scorbut”. El médico naval escocés de nombre James Lind la reconoció como enfermedad y a su vez descubrió su cura, administrando alimentos cítricos a los marineros en las expediciones en las que participaba.
La vitamina C aparte de ser un excelente antioxidante y de ayudar en la síntesis de hierro (previniendo con esto la anemia ferropénica), interviene en la síntesis de colágeno. El colágeno es importante para la salud de la piel, el cabello, las uñas y todos los tejidos que lo contienen (tendones, vasos sanguíneos, músculos, tejido adiposo, ligamentos, huesos, cartílago). Debido a esto, se hace importante el aporte continuo de ácido ascórbico (vitamina C), el cual lo podemos encontrar en frutas y vegetales frescos como:
Si sólo hay una disminución en la ingesta de vitamina C con respecto a los requerimientos diarios, los síntomas pueden limitarse a cansancio y debilidad general, fragilidad en cabellos y uñas, además de un retardo o mala cicatrización de heridas o úlceras, los síntomas comienzan a manifestarse comúnmente luego de un mes de la deficiencia, pero si ésta continúa y se hace más acentuada o se elimina totalmente la ingesta de ácido ascórbico pueden presentarse alternaciones como:
Incluso si el paciente sólo manifiesta cansancio, puede fallecer por una insuficiencia cardíaca no estudiada. Por esto es importante tener en cuenta los demás signos clínicos como las petequias (pequeños puntos color rojo, vinotinto o marrón que indica sangrado subcutáneo), las estrías hemorrágicas, la epistaxis (sangrado nasal). Que nos indican, además, sangrado interno y afectación a órganos.
Actualmente no se describen tantos casos como antes, ya que el estudio de los efectos que posee la vitamina C sobre la salud han permitido prevenir esta afección, además, gracias a la electricidad, las embarcaciones que realizan largos viajes o que deben permanecer mucho tiempo en altamar, poseen un sistema eléctrico el cual permite conservar mejor lo alimentos, aunado al hecho de que en la década de 1930 se logró aislar la vitamina C de la corteza suprarrenal y con esto poder fortificar alimentos que no la contenían y realizar suplementos alimenticios. Los casos más recientes se pueden observar en individuos con déficit dietéticos normalmente en países pobres, en campos de refugiados o pacientes con afecciones que limitan la ingesta alimentaria.
Aunque siempre se describió más en adultos que en niños, porque éstos no pasaban tanto tiempo en embarcaciones y tenían más acceso a alimentos frescos, también se puede llegar a observar en ellos, sobre todo en aquellos que fueron o son alimentados con leche no materna, de mala calidad, la cual al calentarse pierde este importante nutriente.
La edad donde más frecuentemente se observa es desde los dos hasta los doce meses, donde el consumo de frutas y vegetales en su estado natural está un poco limitado. Los síntomas son muy parecidos, con petequias (un poco difícil de visualizar en niños de tez oscura), sangrado en todas las regiones antes descritas, excepto en las encías donde sólo se produce en los bebés que poseen dientes, sumándose además, dolores musculares y articulares, los cuales son manifestados con dolor a la movilización o al tacto, tomando la postura de “patas de rana” con las piernas flexionadas sobre los muslos y separados entre sí.
Se deben tomar en cuenta tanto los factores de riesgo como la clínica. En todo paciente con déficit dietario, el cual presente algunos de los síntomas característicos se debe sospechar de escorbuto, aunque actualmente no se observe tanto.
Para el diagnóstico definitivo se miden los niveles de ácido ascórbico en sangre, específicamente en el plasma o en los glóbulos blancos, en esta patología los niveles están disminuidos por ¼ de su valor normal. Se puede realizar también la prueba de fragilidad capilar, la cual a pesar de no ser específica, puede orientar, se realiza colocando el brazalete del tensiómetro en el brazo y se procede a insuflar hasta que marque aproximadamente el nivel de la tensión media del paciente, se deja durante 5 o 6 minutos y es positivo para fragilidad capilar cuando aparecen petequias en el borde inferior del brazalete.
En un hemograma completo se puede observar, además, anemia, ya sea por las diferentes hemorragias presentadas o porque el déficit dietario abarca tanto los alimentos que contienen vitamina C como los que contienen vitaminas del complejo B o hierro, siendo a veces los mismos.
Tanto el tratamiento como la prevención son sencillos, se trata de administrar vitamina C al organismo, ya sea con una dieta que incluya gran cantidad de vegetales de hojas verdes y frutas cítricas como con suplementos de vitamina C.
De inicio se administra el suplemento vía oral, si esta vía es tolerada por el paciente, si no lo es, se administra de manera parenteral, acompañado con una dieta balanceada. La mejoría es observada de manera rápida, a los pocos días (uno o dos) para los sangrados, las zonas con hematomas grandes tienden a necesitar unas dos semana para sanar completamente.
Dato curioso: ya luego, cuando se dio a conocer que las frutas y vegetales frescos curaban y prevenían el escorbuto, la marina británica desarrolló un programa donde por obligación se le debía dar a los marineros, en cada puerto en que desembarcaban, frutas frescas especialmente cítricas.
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