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Importancia del ácido fólico en el embarazo

El embarazo es una etapa del ciclo femenino que produce muchos cambios en el organismo, tanto físicos como funcionales y metabólicos. Inicia con la fecundación y posterior implantación del cigoto en el útero y culmina con el proceso del parto. Dura aproximadamente 40 semanas desde el primer día del último período visto por la mujer, aunque si ésta no está segura de esa fecha es posible guiarse por signos ecográficos que muestran la edad gestacional del embrión o feto.

Estas 40 semanas se dividen en tres trimestres donde los cambios observados en la mujer se pueden agrupar de la siguiente manera:

Primer trimestre: el primer signo de sospecha de embarazo, para aquellas mujeres con el período regular es el retraso menstrual, el cual viene acompañado de sensibilidad y aumento del tamaño de los senos, fatiga o debilidad generalizada, malestar estomacal como vómitos y náuseas normalmente matutinos, cambios de humor, dolor de cabeza, acidez, desagrado hacia ciertos olores o comidas y pérdida de peso provocado por los vómitos.

Segundo trimestre: las mujeres tienden a percibirlo mejor que el primero, aunque hay algunas en la que las primeras manifestaciones son muy pocas o nulas. En este período mejora la fatiga y disminuyen los vómitos, el abdomen comienza a distenderse a medida del crecimiento fetal y en la segunda mitad de este trimestre se pueden empezar a sentir los movimientos del feto. Además por el aumento del volumen corporal puede observarse estrías en los muslos, abdomen o senos, la influencia hormonal promueve el oscurecimientos de ciertas zonas como las aureolas, formando una “segunda aureola”, el establecimiento de la línea alba, la cual se dibuja desde la finalización del esternón hasta el inicio del pubis pasando por el ombligo, también aparecen manchas en la cara, sobre la nariz y las mejillas, denominándose “máscara de embarazada”.

Tercer trimestre: aquí sigue el crecimiento del bebé, debido a esto se desplazan los órganos para darle espacio en el abdomen, lo que puede generar aumento de las ganas de orinar, dificultad para respirar y estreñimiento, el cual se puede complicar con la aparición de hemorroides. Hay hinchazón perceptible en piernas, que ceden al colocarlas en alto. Protuberancia del ombligo, producción y secreción de calostro (líquido claro que precede a la leche materna) por el seno, dificultad para conciliar el sueño y finalmente contracciones uterinas que indican el inicio del trabajo de parto y con esto la finalización de este período.

El crecimiento del bebé se estudia de manera semanal, aunque igualmente para una mejor comprensión general, se puede dividir de forma trimestral:

Primer trimestre

Comprende desde la fecundación hasta la semana 12. En este período se le denomina al bebé “embrión” hasta la octava semana y se divide en etapa pre embrionaria, desde la fertilización del óvulo hasta la cuarta semana, donde el embrión tiene forma tubular y su tamaño no es mayor a 5 mm.

A partir de la cuarta hasta la octava semana es la etapa embrionaria propiamente dicha, en donde comienza la formación de los tres sistemas principales: circulatorio, digestivo y nervioso y se insinúan las extremidades. A medida que avanzan las semanas, se diferencian aún más los órganos y rasgos faciales, como la nariz, las orejas, ojos y boca. Ya hay latido cardíaco, el cerebro y demás órganos internos se forman y diferencian, igualmente las extremidades.

A partir de la octava semana ya se denomina “feto” y tiene una apariencia más humana, midiendo aproximadamente 3 cm de longitud. A las 12 semanas, como ya los órganos sexuales externos, en la mayoría de los fetos están formados es posible diferenciar el sexo en algunos casos. Los músculos y nervios están más sincronizados y hay movimientos fetales aunque pocos, al finalizar la 12va semana mide ya casi 8 cm.

Segundo trimestre

Período comprendido desde la semana 13 hasta finalizar la 26.  En este lapso ya los ojos, boca y orejas están formados completamente con pestañas y cejas incluidas. El tejido muscular y óseo sigue en desarrollo, hay presencia de más movimiento y ya finalizando este trimestre la madre los siente bastante bien, es capaz de realizar gestos con la cara como el bostezo.

Inicia la formación propia de la sangre en la médula ósea. La piel se encuentra en formación, protegida por unos pequeños vellos llamados “laguno” y una capa de material grasoso denominado “vernix”. Se forman las uñas de manos y pies. Puede tragar, tiene reflejos como el de succión y se forma el meconio en el interior de los intestinos, que pasa a ser la primera defecación del recién nacido, aunque puede darse la situación en donde ésta se dé mientras el bebé se encuentre dentro del útero, teniendo importante consecuencias.

Sus sentidos están más desarrollados por lo que ya tiene la capacidad de sentir al tacto y de oír los sonidos provenientes del exterior y de su madre, sus reflejos también se encuentran desarrollados como el de prensión y el de moro. Puede nacer y sobrevivir, aunque su aspecto sería arrugadito como un viejito. Presenta horas de sueño y vigilia. Al finalizar esta etapa ya mide 30  cm.

Tercer trimestre

Por el aumento de tamaño intrauterino el feto adopta una posición de flexión, de las piernas sobre el muslo, el muslo sobre la cadera y la barbilla pegada al pecho. El cabello crece más, la piel se hace más opaca y hay acumulación de grasa subcutánea, por lo que el aspecto de viejito arrugado va desapareciendo poco a poco sustituido por una redondez.

El feto tiene la capacidad de reaccionar a los cambios de luz, adopta posiciones y actitudes propias. Gracias al buen desarrollo del sistema nervioso ya puede iniciar con los movimientos respiratorios, los cuales le ayudarán a la hora del nacimiento a respirar mejor.

Importancia del ácido fólico

El ácido fólico es una vitamina (B9) hidrosoluble, perteneciente al grupo B, junto con la tiamina (B1), riboflavina (B2), niacina (B3), ácido pantoténico (B5), piridoxina (B6), biotina (B7) y cobalamina (B12). Está presente en alimentos como hortalizas de hojas verdes, frutas cítricas, legumbres y alimentos fortificados como arroz, pan, cereales, bebidas, entre otros.

Tiene importantes funciones en el metabolismo, como ayudar a la formación de glóbulos rojos, en los que está la hemoglobina, una proteína encargada de llevar el oxígeno en la sangre, previniendo la anemia. Además interviene en la síntesis de las proteínas y de ADN, el material genético celular.

El papel del ácido fólico en el embarazo es de vital importancia, ya que ayuda en la formación del sistema nervioso y previene defectos en el tubo neural, que como se indicó anteriormente, su formación comienza durante las primeras 4 semanas de gestación y las anomalías ocurren durante este período. Así que normalmente si ocurre alguna alteración, la madre ni siquiera sabe que está embarazada.

Los dos defectos más comunes observados en el tubo neural, son la espina bífida, donde una parte de la columna vertebral, encargada de proteger la médula espinal, no se forma, por lo que no se cierra correctamente y la médula puede protruir por ahí conllevando discapacidades tanto físicas como intelectuales. El segundo defecto es la anencefalia, ésta tiene consecuencias aún peores, se produce cuando la porción superior de tubo neural no logra cerrarse, lo que se traduce en la no formación, ya sea parcial o total de la masa encefálica, cráneo y cuero cabelludo. Otras alteraciones pueden ser el labio leporino, paladar hendido y algunos defectos cardíacos.

¿Cuándo y cuánto ácido fólico se debe tomar?

Las recomendaciones indican que se debe iniciar el consumo al menos dos o tres meses antes de concebir al bebé, para cuando ocurra la concepción ya haya suficiente ácido fólico disponible para su uso, tanto para la formación del tubo neural como para los glóbulos rojos y evitar así anemia durante el embarazo.

Es indispensable en el primer trimestre, aunque se recomienda su uso durante todo el transcurso del embarazo, ya que como se sabe cumple otras funciones, como la síntesis de ADN, importante durante la formación, desarrollo y crecimiento fetal.

Se recomienda antes del embarazo una dosis de 400 mcg y durante el mismo de 600 mcg. Sin embargo, cada caso es diferente y antecedentes de hijos con enfermedades o defectos neuronales cambia mucho el manejo del embarazo, además de la edad materna, por eso siempre es importante el asesoramiento médico especializado.

Dra. Diana Marcano

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